viernes, 20 de marzo de 2020

EL CASTILLO (Franz Kafka)


COMENTARIO DE LECTURAS

EL CASTILLO (Franz Kafka)

RESUMEN

El castillo (Das Schloss) es una de las tres novelas (además de El Proceso y La Metamorfosis, sin considerar América) que, junto con una enorme cantidad de cuentos y alguna correspondencia, componen la obra del autor bohemio Franz Kafka. El relato nos sitúa en un pueblo dominado por un castillo en una loma, sede de un hermético entramado administrativo al que el protagonista, K., intentará acceder por todos los medios posibles. Se trata de una historia inquietante y desalentadora acerca de la incapacidad del individuo de acceder a la justicia.

CONTEXTO

NOTA SOBRE EL AUTOR

Varios detalles biográficos del autor, Franz Kafka (1883 - 1924), serán expuestos en una próxima publicación sobre La Metamorfosis. En lo que a esta novela respecta es tan solo importante conocer que pese a la presión ejercida por su editor, Max Brod, Kafka no consiguió poner fin a esta novela, que se publicó póstumamente en 1926. La enfermiza naturaleza de Kafka terminó con la vida del brillante autor como consecuencia de la tuberculosis, por lo que esta es, de hecho, una obra inacabada. Huelga mencionar que Max Brod publicó muchos de los escritos de Kafka a su muerte bajo la prohibición expresa de hacerlo, por parte del escritor.

KAFKA Y LA LEY

Pese a su evidente predilección por la literatura, la profesión original de Franz (por su ejercicio y por su formación) era la de abogado. La ley, y la manera de acceder a ella, será un tema recurrente en muchas de las obras del escritor (véase el relato corto Ante la ley, Vor dem Gesetz). En El Proceso, el protagonista procurará mantenerse alejado de la administración, mientras que en El Castillo, su ambición central será la de aproximarse a ella.

Por otra parte, su educación en la carrera de Derecho, y el hecho de que sólo podía permitirse la escritura a horas intempestivas, conferirán al legado de Kafka un estilo extremadamente personal, en el que los personajes se defienden de problemas cotidianos con un marcado lenguaje jurídico, envuelto todo en un clima que parece haber sido sacado de un sueño.

POR QUÉ LEER EL CASTILLO

La influencia en la posteridad del autor checo-alemán es inconmensurable. El Castillo es una de sus obras capitales, absolutamente reveladora en muchos aspectos. El lector puede sentirse fácilmente identificado con K. en su empeño por ser atendido por una fuerza distante, que a pesar de la indiferencia que parece profesar hacia él, también gobierna, de alguna retorcida manera, todos los sucesos de su vida. El proceso de centralización del estado, junto con el refinamiento de los procesos y trámites administrativos (y más recientemente, su virtualización), dan a las ideas expuestas en esta obra una vigencia abrumadora.

COMENTARIO

Desde este punto y en adelante, se presupone que se habrá leído el libro, pues se mostrarán explícitamente contenidos del mismo. Por ello cuente con que, si aún no lo ha terminado, podría preferir regresar aquí cuando ya lo haya hecho.

LA LLEGADA AL POBLADO

El señor K. ejerce el oficio de agrimensor, arriba a la aldea solicitando alojamiento e instrucciones para comenzar el trabajo por el que se le ha contratado, pero se encontrará con un recibimiento reservado y hostil por parte de los lugareños. Tras varias presentaciones y encontronazos con personajes como la mesonera, le será expuesto por parte del alcalde el malentendido del que se deriva su contratación. Este personaje alude al suceso con estas palabras:

"En una administración tan basta como la administración condal, puede suceder por casualidad que una oficina decida esto y la otra aquello, pero ambas se ignoran entre sí, el control superior es uno de los más exactos, pero, por su propia naturaleza, llega demasiado tarde y es así como puede producirse a veces una pequeña confusión.''

Esta pequeña confusión no es sino la contratación del propio K., y en el intento de repararla, éste se verá envuelto en una densa red de complicaciones, con el propósito de tener una audiencia con un funcionario de suficiente categoría como para solucionarlo todo: el señor Klamm.

UNA ADMINISTRACIÓN INACCESIBLE

Sin embargo, los habitantes de la aldea le dejarán bien claro que obtener una autorización para entrevistarse con Klamm es algo fuera de su alcance. K. seguirá inmiscuyéndose en los asuntos del pueblo, y será absorbido paulatinamente por elementos que lo separarán de su objetivo principal. De pronto se encontrará comprometido en matrimonio con Frieda, obligado a ocupar un puesto como bedel, y rodeado de un par de ayudantes que él no solicitó, y cuyo envío parece haber sido mediado desde mucho más arriba.

K.   encontrará en Barnabás un especie de ángel salvador, al ser este un mensajero del castillo, pero poco a poco descubrirá que ni siquiera con su mejor voluntad, el pobre Barnabás está capacitado para ayudarle, pues toda comunicación emergente de la administración es exclusivamente unidireccional, y el propio Barnabás no puede entregar las respuestas de K. a nadie con autorización para procesarlas.

UN ENTORNO ASFIXIANTE

Pese a la repugnancia que muchos de los aldeanos sienten por K. desde su primer encuentro, estos no se mantendrán al margen de los negocios del protagonista. En cambio, interferirán en ellos, o bien directamente, o bien tratando de convencerle de que los señores del castillo, cuya respetabilidad nunca es puesta en duda, son personas ocupadas que no disponen de tiempo para alguien como él. Este hostigamiento, aunque disfrazado de buenas intenciones, irá haciendo mella en la energía de K. hasta desmoronarlo totalmente.

LA SUBJEVIDAD DEL PODER

Es así como los propios campesinos construyen una figura omnisciente del gobierno que los controla, hasta el punto de que cada uno asegura haber visto a Klamm con una apariencia, distinta, tal y como dice Olga:

"Yo no he visto aún a Klamm; (...) pero su aspecto es bien conocido en la aldea, (...). No obstante, los detalles de la imagen varían, pero varían tal vez menos que los de la persona misma de Klamm. Se dice que su aspecto es distinto cuando llega a la aldea que cuando la abandona, que no tiene el mismo físico antes y después de tomarse su cerveza, que cambia cuando duerme, cuando vela, cuando habla, cuando está solo, de lo que se deduce que es completamente distinto en el Castillo."

K. terminará sospechando la influencia del Castillo a través de otros muchos personajes misteriosos, como la mesonera.

UN CASTILLO INEXPUGNABLE

El propio Castillo también experimenta este fenómeno, cambiando dependiendo desde el ángulo y momento desde el que se lo observe. La descripción original dada por K. al inicio de la novela, como "un villorrio bastante miserable", cambiará a ojos del propio K., que terminará percibiéndolo como una imponente e inalcanzable construcción.

"Le dejaban deslizarse por todas partes, eso sí, sin abandonar el pueblo, y, mediante esa táctica, le mimaban y debilitaban, evitando toda lucha y situándolo en una vida extraña, extraoficial, completamente opaca y turbia."

Finalmente, el agrimensor K. terminará derrotado, engañado y digerido por un sistema implacable que, si bien no acepta petición alguna, tampoco se mantiene  indiferente frente a sus intenciones. K. encontrará comprensión únicamente en otros individuos frustrados como Pepi, y especialmente en la familia de Barnabás, a la que la sociedad ha rechazado y exiliado por un evento que nadie entiende realmente, por un decreto nunca oficialmente formulado, y por un suceso fortuito cuya culpa en ningún caso debería recaer sobre Amalia.

CONCLUSIONES

En El Castillo, el angustiado protagonista transitará de la extrañeza orgullosa a la impotencia, y finalmente en cierto modo, a la sumisión, como consecuencia de un acoso continuado que no se personifica en acciones o individuos concretos, sino más bien en un efecto de conjunto que terminará por arrollar sus esperanzas de conquistar El Castillo.

La edificación en algunas de sus muchas descripciones se ha relacionado con la del castillo de Praga, en el que irónicamente los caminos generales de acceso describen amplias curvas que parecen estar acercándose a él en un inicio, solo para después tomar un enorme rodeo. Tal es el sentimiento que embarga al protagonista de esta historia.

"—¿Cuándo puede ir mi señor al castillo?
—Nunca —fue la respuesta."

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