COMENTARIO DE LECTURAS
EL CASTILLO (Franz Kafka)
RESUMEN
El castillo (Das Schloss) es una
de las tres novelas (además de El Proceso
y La Metamorfosis, sin considerar América) que, junto con una enorme
cantidad de cuentos y alguna correspondencia, componen la obra del autor bohemio
Franz Kafka. El relato nos sitúa en un pueblo dominado por un castillo en una
loma, sede de un hermético entramado administrativo al que el protagonista, K.,
intentará acceder por todos los medios posibles. Se trata de una historia
inquietante y desalentadora acerca de la incapacidad del individuo de acceder a
la justicia.
CONTEXTO
NOTA SOBRE EL AUTOR
Varios detalles biográficos del autor, Franz Kafka (1883 - 1924), serán
expuestos en una próxima publicación sobre La
Metamorfosis. En lo que a esta novela respecta es tan solo importante
conocer que pese a la presión ejercida por su editor, Max Brod, Kafka no
consiguió poner fin a esta novela, que se publicó póstumamente en 1926. La
enfermiza naturaleza de Kafka terminó con la vida del brillante autor como
consecuencia de la tuberculosis, por lo que esta es, de hecho, una obra
inacabada. Huelga mencionar que Max Brod publicó muchos de los escritos de
Kafka a su muerte bajo la prohibición expresa de hacerlo, por parte del
escritor.
KAFKA Y LA LEY
Pese a su evidente predilección por la literatura, la profesión original de
Franz (por su ejercicio y por su formación) era la de abogado. La ley, y la
manera de acceder a ella, será un tema recurrente en muchas de las obras del escritor
(véase el relato corto Ante la ley, Vor
dem Gesetz). En El Proceso, el
protagonista procurará mantenerse alejado de la administración, mientras que en
El Castillo, su ambición central será
la de aproximarse a ella.
Por otra parte, su educación en la carrera de Derecho, y el hecho de que
sólo podía permitirse la escritura a horas intempestivas, conferirán al legado
de Kafka un estilo extremadamente personal, en el que los personajes se
defienden de problemas cotidianos con un marcado lenguaje jurídico, envuelto
todo en un clima que parece haber sido sacado de un sueño.
POR QUÉ LEER EL CASTILLO
La influencia en la posteridad del autor checo-alemán es inconmensurable. El
Castillo es una de sus obras capitales, absolutamente reveladora en muchos
aspectos. El lector puede sentirse fácilmente identificado con K. en su empeño
por ser atendido por una fuerza distante, que a pesar de la indiferencia que
parece profesar hacia él, también gobierna, de alguna retorcida manera, todos
los sucesos de su vida. El proceso de centralización del estado, junto con el
refinamiento de los procesos y trámites administrativos (y más recientemente,
su virtualización), dan a las ideas expuestas en esta obra una vigencia
abrumadora.
COMENTARIO
Desde este punto y en adelante, se presupone que se habrá
leído el libro, pues se mostrarán explícitamente contenidos del mismo. Por ello
cuente con que, si aún no lo ha terminado, podría preferir regresar aquí cuando
ya lo haya hecho.
LA LLEGADA AL POBLADO
El señor K. ejerce el oficio de agrimensor, arriba a la aldea solicitando
alojamiento e instrucciones para comenzar el trabajo por el que se le ha
contratado, pero se encontrará con un recibimiento reservado y hostil por parte
de los lugareños. Tras varias presentaciones y encontronazos con personajes
como la mesonera, le será expuesto por parte del alcalde el malentendido del
que se deriva su contratación. Este personaje alude al suceso con estas
palabras:
"En una administración tan basta como la administración condal, puede
suceder por casualidad que una oficina decida esto y la otra aquello, pero
ambas se ignoran entre sí, el control superior es uno de los más exactos, pero,
por su propia naturaleza, llega demasiado tarde y es así como puede producirse
a veces una pequeña confusión.''
Esta pequeña confusión no es sino la contratación del propio K., y en el
intento de repararla, éste se verá envuelto en una densa red de complicaciones,
con el propósito de tener una audiencia con un funcionario de suficiente
categoría como para solucionarlo todo: el señor Klamm.
UNA ADMINISTRACIÓN INACCESIBLE
Sin embargo, los habitantes de la aldea le dejarán bien claro que obtener
una autorización para entrevistarse con Klamm es algo fuera de su alcance. K.
seguirá inmiscuyéndose en los asuntos del pueblo, y será absorbido paulatinamente
por elementos que lo separarán de su objetivo principal. De pronto se
encontrará comprometido en matrimonio con Frieda, obligado a ocupar un puesto
como bedel, y rodeado de un par de ayudantes que él no solicitó, y cuyo envío parece
haber sido mediado desde mucho más arriba.
K. encontrará en Barnabás un especie de ángel
salvador, al ser este un mensajero del castillo, pero poco a poco descubrirá
que ni siquiera con su mejor voluntad, el pobre Barnabás está capacitado para
ayudarle, pues toda comunicación emergente de la administración es
exclusivamente unidireccional, y el propio Barnabás no puede entregar las
respuestas de K. a nadie con autorización para procesarlas.
UN ENTORNO ASFIXIANTE
Pese a la repugnancia que muchos de los aldeanos sienten por K. desde su
primer encuentro, estos no se mantendrán al margen de los negocios del
protagonista. En cambio, interferirán en ellos, o bien directamente, o bien
tratando de convencerle de que los señores del castillo, cuya respetabilidad
nunca es puesta en duda, son personas ocupadas que no disponen de tiempo para
alguien como él. Este hostigamiento, aunque disfrazado de buenas intenciones,
irá haciendo mella en la energía de K. hasta desmoronarlo totalmente.
LA SUBJEVIDAD DEL PODER
Es así como los propios campesinos construyen una figura omnisciente del
gobierno que los controla, hasta el punto de que cada uno asegura haber visto a
Klamm con una apariencia, distinta, tal y como dice Olga:
"Yo no he visto aún a Klamm; (...) pero su aspecto es bien conocido en
la aldea, (...). No obstante, los detalles de la imagen varían, pero varían tal
vez menos que los de la persona misma de Klamm. Se dice que su aspecto es
distinto cuando llega a la aldea que cuando la abandona, que no tiene el mismo
físico antes y después de tomarse su cerveza, que cambia cuando duerme, cuando
vela, cuando habla, cuando está solo, de lo que se deduce que es completamente
distinto en el Castillo."
K. terminará sospechando la influencia del Castillo a través de otros
muchos personajes misteriosos, como la mesonera.
UN CASTILLO INEXPUGNABLE
El propio Castillo también experimenta este fenómeno, cambiando dependiendo
desde el ángulo y momento desde el que se lo observe. La descripción original
dada por K. al inicio de la novela, como "un villorrio bastante
miserable", cambiará a ojos del propio K., que terminará percibiéndolo
como una imponente e inalcanzable construcción.
"Le dejaban deslizarse
por todas partes, eso sí, sin abandonar el pueblo, y, mediante esa táctica, le
mimaban y debilitaban, evitando toda lucha y situándolo en una vida extraña,
extraoficial, completamente opaca y turbia."
Finalmente, el agrimensor K. terminará derrotado, engañado y digerido por
un sistema implacable que, si bien no acepta petición alguna, tampoco se
mantiene indiferente frente a sus
intenciones. K. encontrará comprensión únicamente en otros individuos
frustrados como Pepi, y especialmente en la familia de Barnabás, a la que la
sociedad ha rechazado y exiliado por un evento que nadie entiende realmente,
por un decreto nunca oficialmente formulado, y por un suceso fortuito cuya
culpa en ningún caso debería recaer sobre Amalia.
CONCLUSIONES
En El Castillo, el angustiado
protagonista transitará de la extrañeza orgullosa a la impotencia, y finalmente
en cierto modo, a la sumisión, como consecuencia de un acoso continuado que no
se personifica en acciones o individuos concretos, sino más bien en un efecto
de conjunto que terminará por arrollar sus esperanzas de conquistar El
Castillo.
La edificación en algunas de sus muchas descripciones se ha relacionado con
la del castillo de Praga, en el que irónicamente los caminos generales de
acceso describen amplias curvas que parecen estar acercándose a él en un
inicio, solo para después tomar un enorme rodeo. Tal es el sentimiento que
embarga al protagonista de esta historia.
"—¿Cuándo puede ir mi señor al castillo?
—Nunca —fue la respuesta."
—Nunca —fue la respuesta."
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