sábado, 15 de agosto de 2020

Reto de escritura "Renuncia a una vocal"

 

RETO DE ESCRITURA: RENUNCIA A UNA VOCAL

Los relatos que siguen se han escrito como respuesta a un reto que imponía la renuncia a una vocal (al menos) y un límite superior de 2000 caracteres (con espacios). La participación ha sido muy superior a lo que nos cabía esperar, y estamos muy gratamente sorprendidos. Habiendo dicho esto, queremos instar al lector a tomarse su tiempo al sumergirse en los escritos, al menos el suficiente como para apreciar el esfuerzo que requieren y la dificultad que supone prescindir de una de las cinco letras más empleadas de todo el alfabeto, más si cabe en un idioma tan "vocal" como lo es el español. No nos queda nada más que desear un buen rato al que decida continuar y agradecer de corazón una vez más la contribución de todos los participantes.


ÍNDICE DE AUTORES

Listado de autores, obra, limitación autoimpuesta y redes de contacto. El orden de autores y obras es el de la recepción de las mismas.

Victor S. Domz, "A las nueve". Renuncia a la "i" y a la "o".

Twitter: @victor_s_domz


Javier Santos Arellano a.k.a Saitama, "(¡No lo hagas! O hazlo, me da lo mismo)". Renuncia a la "u".

Twitter: @frenteandante


Fran Castillo, "Zorro Veloz y el bisonte". Renuncia a la "a".

Email: fracasserr@gmail.com, Twitter: @fracasserr, Instagram: @fracasserr


Juan Luengo Márquez, "Consejos sobre el tren". Renuncia a la "i".

Email: jnluengo@gmail.com, Instagram: @jnluengo


Emilia Muñoz Salinas, "El principio del fin". Renuncia a la "u".

Twitter: @Emi_Seck


RELATOS


A las nueve

Victor S. Domz

La sala está llena de las marcas que dejan las uñas al arañar las paredes.

Al levantarse, Eva nunca echa nada en falta. Es más adelante, a las nueve, que el pesar la abruma. Es a las nueve que el perfume que emana de esa sala llega a cada lugar de la casa y recrea en su mente aquella mañana.

La sala se halla en penumbra al entrar Eva en ella, pues pesadas telas tapan las ventanas y dejan la luz aparte. Cansada, se adentra una vez más y acerca las palmas a las paredes. Al hurgar en las marcas se acurruca, asustada y recuerda cual era la verdadera naturaleza de las escenas que presenciaba, muda, esa sala.

Tras el trance Eva se levanta, las fuerzas acrecentadas y preparada para una nueva etapa, hasta que mañana, a las nueve de la mañana, vuelva a emerger su carga y vuelva a tener que acallar las palabras que lleva grabadas en su alma. 



(¡No lo hagas! O hazlo, me da lo mismo)

Javier Santos Arellano a.k.a Saitama

Personajes: Infeliz (I), Borracho (B)

Localización: Plataforma de piedra en localización ficticia

(INICIO. Noche de verano. I caminando cabizbajo por la plataforma, B en la parte de abajo, con la botella de ron desde hace tres días en la mano derecha, medio dormitando)

I: Este es. Este es el sitio donde pondré fin a todo. Vida, te has reído de mí más de lo necesario, pero ya jamás lo volverás a hacer. Esta noche pondré fin a todo. No hay marcha atrás. No hay nada atándome a la vida, nada reteniéndome al pasado. (Se coloca en el borde de la plataforma). Morfeo, voy hacia ti, llévame hacia la tierra donde morir es soñar, y soñar es morir.

B (Exhalando de exasperación, mientras oye toda esa retahíla, y hablando para sí mismo): Joder, otro imbécil de estos. Si esto no tiene ni tres metros, solo van a poder plantar los dientes en la tierra. (Bebe de la botella). A ver si este es de los indecisos o de los de no pensar las cosas con detenimiento.

I: Pero…Espera…

B: Y allá vamos otra vez… (bebe otra vez)

I: ¿Y si esto es también parte del misterio de la vida? (Se baja de la plataforma) El vagar interminablemente por senderos donde siempre espera agazapado el dolor, la tristeza, la soledad, el desamor, toda la tristeza habida y por haber… ¿Cómo soportar tan exasperante vida, sin otro destino más allá del sombrío y mortífero letargo alcanzado al morir? Mejor acabar con esto pronto. Adiós (Asciende y se tira)

B: ¿Ves? Te has dado la hostia del siglo y no te ha servido de nada salvo para dejarte los piños. ¿Habría servido de algo matarte, el dolor habría terminado? Nadie lo sabe, y si se diera el caso de ser así, volver ya sería complicado. Ahora mismo verás la vida como este río, seca, yerma, sin sentido,…Sorpresa, la vida es así en ocasiones, nada extraordinario, ni alegre, ni divertida. A veces la vida es así de mierda, y sólo podemos mirar e ir hacia delante.



Zorro Veloz y el bisonte

Fran Castillo

Ser un buen indio no es sencillo ni cómodo en su tribu, los yekeme. Zorro Veloz lo supo desde niño.

En el fin del otoño, el jefe de los yekeme imploró por un número superior de bisontes. Los dioses lo oyeron y concedieron su deseo, con lo que los yekeme tuvieron otro invierno lleno de bisontes.

Pero ese fue distinto. Zorro Veloz cumplió quince inviernos. Llegó el momento en el que tuvo que ser un hombre, un buen indio. Un hombre, sí, pero no hecho y derecho, porque precedentemente tuvo que exhibir su poder de indio sobre los bisontes, enfrente de su tribu, junto con otros mozos. Su misión fue destruir uno de esos fuertes cíbolos.

Entonces, Zorro Veloz corrió en pos del bisonte rojizo. Sorprenderlo fue difícil. Imposible.

El bisonte frenó en seco y lo miró furioso con sus enormes ojos negros. El indio lo entendió todo y se rindió. Otro mes sin bisonte que comer. No cumplió su misión. No consiguió ser un hombre hecho y derecho.

Zorro Veloz sintió mucho su error, pero su tribu no lo perdonó y él tuvo que huir por no ser un buen indio. Se exilió. Y desde ese momento, Zorro Veloz vivió, solo, feliz y libre, en el frondoso bosque, lejos de los bisontes y de los yekeme, comiendo solo musgo y frutos.



Consejos sobre el tren

Juan Luengo Márquez

Andaba yo muy cerca de tomar un tren, cosa que me era entonces nueva, pero que aun hoy me provoca verdaderos quebraderos de cabeza. Uno puede esperar no pocos enredos cuando se estrena en esto, pero mamá se aprestó a prepararme con algunos buenos consejos.

- El transporte ha de abordarse pensando solo en el lugar al que se anhela llegar - relataba con dulzura - . No es relevante el vagón que ocupes, pues no está en tu mano sentarte en uno u otro. Cuando el motor se ponga en marcha, puede que te veas algo abandonado - se pausó un segundo - . Es común guardar un hermoso recuerdo de la parada donde la ruta arranca, pero tengo que hacerte notar en este punto que es más sano dejar pasar. Lo que pertenece completamente al pasado a menudo no es real, y en otros casos jamás lo fue.

Nunca acabo de entender sus enseñanzas. Ella asegura que me faltan años. Sea como sea, mamá reanudó la charla.

- Llegará un momento en el que dejarás atrás el temor. Te acercarás a la ventana y otearás cómodamente el panorama. A lo lejos encontrarás el lugar deseado, el objeto de tu trayecto entero, pero es ahora cuando realmente debes atender - nuevamente tomó resuello - . El tren acelerará mucho. Tú alertarás al conductor a voces... "¡Deténgase! ¡Pare, por favor!". Pero no lo hará. Verás tu futuro alejarse y quedar enterrado en un falso recuerdo, junto con todo lo demás.

- Pero mamá - repuse - , ¿puede sortearse ese desenlace?

- Lo que has de aceptar es que el tren no está para nosotros - contestó ella - . La manera de llegar a ese lugar que buscas desesperadamente tampoco está a tu alcance. No obstante, no dejes de atender a esta verdad elemental: aunque es seguro que vas a fracasar, el modo en que esto suceda será solo culpa tuya.



El principio del fin

Emilia Muñoz Salinas

El sol empieza a caer. El resplandor del día todavía persiste en pie y hasta las sombras de los recovecos más remotos permanecen proyectadas.

Dan la señal de salida. Los corredores parten hacia la victoria y la agitación en el público se incrementa, siendo posible percibir el fervor a lo largo de todo el estadio.

Se inicia otra canción, la anterior ya ha terminado. El sonido emana a través de los cascos y la percepción de cada melodía generando el agregado final transmite sensaciones indescriptibles.

El aire invade plenamente mi abdomen. Me siento extremamente vivo y mi corazón palpita incesante y con energía.

Se avistan los primeros rayos caoba en el horizonte. La tarde se colma de tintes tropicales mientras el sol poniente recita con timidez el postremo verso de la jornada.

Sólo restan dos mil metros. Los corredores agotados exhalan aire entre jadeos y congregan toda energía disponible para llegar a la meta.

La canción alcanza el clímax; el tema principal estalla acompañado de matices sinfónicos, erizando cada parte del vello de la piel y transportando al espectador a la más épica de las escenas imaginables.

Algo va mal. No consigo respirar, mi visión está empañada y mi percepción de la realidad empieza a dilatarse.

La noche cae plenamente. La sombra se torna constante y el silencio embriaga todo escenario.

La carrera es detenida. El corredor 42 ha sido asistido por paro cardíaco, tomándose la decisión de posponer la competición.

El móvil se apaga, falto de batería. La canción se corta poco antes de acabar, con el posterior desagrado de conocer perfectamente cómo termina, pero no haber podido satisfacer la expectación de comprobarlo.

Siento cómo el poco oxígeno residente en mi organismo ha escapado en esta bocanada. Sin saber bien la razón, mi corazón ha decidido detenerse, dando fin a la carrera.

 

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